Violeta Parra: Recordando a Chile (1965)

Penúltimo larga duración de Violeta Parra, publicado por el sello Odeón (LDC-36533) en agosto de 1965, algo más de un año antes de su muerte. Según indica Hannes Salo en cancioneros.com, los registros se habrían realizado entre agosto y octubre de 1964, y otros en 1965. Enrique Bello señala, en el comentario que acompañó el disco, que el álbum recoge temas  que, en su mayoría, fueron escritos durante la estadía de Violeta en Francia, incluido “Una chilena en París” (Une chilienne à Paris) canción que Violeta canta en francés. El álbum parte con la voz de Nicanor Parra declamando su poema “Defensa de Violeta Parra”.

Acompañaron a Violeta en este LP: sus hijos Isabel y Ángel Parra, su hermana Hilda, Rafael Berríos y músicos de la Orquesta de Chico Reyes.

Dice en la contraportada del LP:

En Violeta Parra se reúnen los varios talentos de la familia, de una familia que en Chile configura un verdadero clan artístico. Violeta, creadora de música popular, continuadora del folklore auténtico de nuestra tierra, poeta purísima del cantar campesino y pueblerino, pintora y tapicera que teje sobre sus propios dibujos. Cuando se enumeran las virtudes artísticas de esta mujer increíble, siempre quedan fuera algunas, porque sus dones creativos son demasiado abarcadores. Por ejemplo, si sólo hablamos de la compositora de música campesina y poblana, nos dejamos fuera a la compositora de las anticuecas, obras para guitarra que deben incluirse entre las más serias composiciones de música culta para el instrumento que se han escrito en Chile; música culta, aunque ella no haya estudiado jamás armonía ni contrapunto. O cuando al referirnos a la poesía popular tan numerosa y rica que ha escrito, nos olvidáramos de sus poemas andinos, traducidos y publicados por una de las principales editoras parisienses. Lo mismo habrá que agregar cuando se habla de su vena figurativa: no sólo lo enteramente popular en la pintura y la tapicería; también una pintura, una pequeña escultura y una tapicería en donde aparece ya el virtuosismo del saber plástico, enraizado en la artesanía popular, aunque todo esto sea expresado con poético impulso, muy naif y original. No es extraño, entonces, que la galería de artes decorativas del Museo del Louvre exhibiera los trabajos de Violeta Parra en la temporada de 1964 en París.

Un clan, una tribu de artistas natos, los Parra, y en el centro, Violeta, con su arsenal de artes en las palmas de las manos; que todos le caben, y si más artes hubiera, más ella desplegaría, con esa fuerza torrencial con que la naturaleza la ha dotado. En el centro, ella; pero el clan atesora talentos, y ahí están los hijos, Isabel y Angel, cantores a la vez que cruzados de nuestro renacimiento folklórico; el hermano Roberto, cuequero eminente, compositor y cantor enemigo del disco, un maestro ignorado casi; la hermana Hilda, tejedora como ella, y qué sé yo cuántos más, que los Parra son muchos, y siempre están cantando y bailando por todo Chile, cuando no por todo el mundo. Y eso que aquí no hablamos del más grande de todos, del hermano Nicanor, llave maestra sin la cual sería imposible penetrar en la poesía chilena de este siglo.

Violeta Parra ha creado la música y la letra de cada una de las canciones de este disco. Fueron escritas mientras la autora se encontraba en París, ausente varios años de Chile. En muchas se advierte la nostalgia que esa ausencia le ocasiona. Seguramente se cuentan en este grupo de canciones algunas de las mejores que Violeta Parra ha compuesto.

Todo es, pues, creado por ella. Pero ¿es de ella cada canción, cada texto? Entendámonos. Las tonadas, cuecas y aires de Violeta son la música y el espíritu de los pueblos y regiones de Chile que ella canta. Está en estos cantares la esencia popular, el carácter de la gente, así como del paisaje que esta gente habita. Su canto resulta de una completa identificación con lo cantado.

He aquí los títulos, pues vale la pena detenerse en cada uno:

Mañana me voy pa’l Norte. Está en este canto el sonido nortino; ese que hace danzar a miles de muchachas y muchachos de la pampa salitrera en las fiestas católico-paganas de La Tirana o de Andacollo. Violeta filtra aquí los ritmos de los “bailes” de Iquique y otras provincias del norte y luego los vierte, recreados.

¡Qué he sacado con quererte! Es ésta una de las piezas más valiosas de la presente colección parrística. Música altamente dramática, sobre motivos y ritmos que debe haberle inspirado el cantar perú-boliviano, tan mezclado al de nuestro Norte, este canto es como una pequeña síntesis del “Machu-Picchu” nerudiano expresado en canción, aunque no se inspire en el anterior. Su verso es profundo y suena a antigua queja india. La interpretación dolorosa de Violeta, cuando nos transmite el lamento indígena, realzado por una instrumentación rica, en la que aparecen un dúo de cornos, guitarra venezolana (de cuatro cuerdas) y otros instrumentos, contribuye a dar a este canto mayor intensidad dramática.

El diablo en el paraíso suena como una música hecha; tan sólida resulta. Violeta canta con su hija Isabel versos “por ponderación”, lo cual consiste en jerarquizar el disparate, dándole patente de verdad. Letra sentenciosa, sin embargo, que piruetea y hace de las suyas para desenmascarar a los pérfidos de este “mundo al revés».

A la una. El poeta Nicanor Parra hizo popular la Cueca Larga, a través de un poema que así tituló; pero Violeta dio vida a un verdadero género cueca-larga. Esta es una de las numerosas que ya ha escrito, y como siempre, de gracioso verso. Con “A la una» realiza una verdadera operación métrica, de suma y resta cuequera.

Una chilena en París. Violeta canta esta canción en francés, con ritmo de valse musette. La compuso en París, y en ella nos cuenta impresiones y experiencias, llamando a las cosas y a la gente por sus nombres. Musicalmente pareciera escrita por un francés. Porque, ya lo hemos dicho, Violeta es una verdadera detectora del espíritu popular, no importa de cuál región.

Paloma ausente. ¿Quién es esta paloma ausente, que tan suaves palabras provoca en la compositora? Nos dijeron que estos preciosos versos y las penas son para la hija Carmen Luisa, la menor, a quien Violeta esperaba impaciente en París desde hacía tiempo. Rítmicamente considerada, esta canción se separa un poco del tradicional chileno que Violeta Parra enriquece constantemente, y si alguna reminiscencia con el folklore argentino pudiera despertar, situémosla en la semejanza que efectivamente existe entre los motivos altoperuanos, chilenos y argentinos del norte.

Y arriba quemando el sol. Es muy curiosa la suma musical que en este canto se produce, entre motivos mapuches y quechuas (la cantora del Sur conquistada por el Norte). Es la vida de la gente del desierto la que sale a luz en este canto de protesta, en donde el ritmo acompasado de los instrumentos de percusión es realzado por la voz dolorida de la quena, que toca Angel Parra.

¿Qué dirá el Santo Padre? Un ritmo ostinato muy bello, primitivo, con el cual se acompaña para cantar claridades hasta al Padre Santo, en versos cáusticos punzantes, llenos de gracia.

Pedro Urdemales, cueca valseada. Con una cueca como ésta, “hasta los muertos salen a bailarla”, le dice el poeta en su “Defensa” inicial.

Escúchame, pequeño “voilà une autre chanson” de Violeta Parra en París, que muestra su riqueza naïve, al par que el talento con que ha revivido en esta canción elementos de la música francesa arcaica.

Y termino allí donde debe empezar a sonar el disco con la voz de Nicanor Parra en su poema “Defensa de Violeta Parra». Una defensa a la que me uno con la fraternidad de un permanente admirador del clan Parra,

ENRIQUE BELLO.
Santiago, agosto de 1965.

Contenido:

  1. Defensa de Violeta Parra [Nicanor Parra] (5:33)
  2. Mañana me voy pa’l norte [Violeta Parra] (2:25)
  3. Qué he sacado con quererte [Violeta Parra] (3:46)
  4. El diablo en el paraíso [Violeta Parra] (3:06)
  5. A la una [Popular chilena] (3:24)
  6. Une chilienne à Paris [Violeta Parra] (2:45)
  7. Paloma ausente [Violeta Parra] (3:14)
  8. Arriba quemando el sol [Violeta Parra] (2:58)
  9. Qué dirá el Santo Padre [Violeta Parra] (2:55)
  10. Pedro Urdemales [Popular chilena] (1:43)
  11. Écoute moi, petit [Violeta Parra] (2:16)

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