Violeta Parra: Universo latino 9 (2001)

Álbum antológico con grabaciones que Violeta Parra hizo para el sello EMI entre 1954 y 1966. Incluye material de archivo que quedó inédito al momento de su muerte. Según indica Hannes Salo, la versión que aquí aparece de “Maldigo del alto cielo”, con acompañamiento de instrumentos de bronce y arreglos de Chico Reyes,  es un registro  que no había sido editado con anterioridad en ningún disco de Violeta.

El álbum fue publicado en España, bajo licencia EMI, como parte de la colección “Universo Latino” que apareció junto al diario El País en 2001.

Dice en el interior del CD:

“Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto, así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de ustedes que es el mismo canto, y el canto de todos que es mi propio canto”.

-Violeta Parra-

La Nueva Canción Chilena logró ser sin duda uno de los movimientos de canción de autor y música popular más importantes de América Latina a lo largo del siglo XX. A partir de mediados de los años sesenta, solistas como Rolando Alarcón, Patricio Manns, Víctor Jara y los hermanos Ángel e Isabel Parra (hijos de Violeta), o conjuntos como Quilapayún e Inti-lllimani, abanderaron un movimiento cultural —y con el tiempo contestatario a la represiva realidad política chilena— que no hubiera existido como tal de no ser por la existencia y labor previa de la malograda Violeta Parra. Violeta fue modelo ineludible para todos ellos, pues atesoraba en sí la cercanía a la gente y sus miserias, la ardua y justa tarea de recolección y dignificación de los aires folklóricos de su región, y una inexorable actitud de coherencia personal que llevó consigo hasta la tumba. De origen campesino, nació en San Carlos, provincia de Ñuble, al sur chileno, el 4 de octubre de 1917. Años después se trasladó a Santiago, donde cantó en bares y centros populares canciones de corte festivo que poco marcaron su sino, ya que hasta los primeros años cincuenta Violeta no se entregó de lleno a la búsqueda e interpretación del folklore y la poesía insertos en la memoria de su pueblo. Serán los resultados de esa labor, junto con las numerosas composiciones creadas por ella misma y el resto de su obra artística y personal, el legado de una existencia entregada a sus anhelos que se vio truncada el 5 de febrero de 1967.

De su obra musical emana un perfume de autenticidad inigualable. Violeta lo tuvo claro: «Yo canto la diferencia / que hay de lo cierto a lo falso; / de lo contrario, no canto”. Y predicó con el ejemplo, no se desmintió.

Canciones amables y peleonas conforman este disco, gritos a voz en cuello unas y tonadas tiernas o quejumbrosas otras, que revelan el quehacer y el ser complejo de esta cantora irrepetible. Canciones que tienen un algo de eternidad: o frutos son del árbol del folklore, de naturaleza perenne, o son caldos imperecederos nacidos de la propia Parra. Pero Violeta trascendió los límites de la canción; su corazón y su cabeza los volcó al desarrollo de una intensa y variada creatividad: «se trata de crear mucho y profundamente”, afirmaba. Artista polifacética y de enorme calidad, además de escribir y componer, creó pinturas, óleos, cerámicas, arpilleras y esculturas de alambre que llegaron a ser expuestos en reconocidas salas de arte. De intensidad y sensibilidad extremas, el exceso y un constante afán libertario y de justicia hicieron que Violeta Parra no distinguiera entre arte y vida, y que se sumiera frecuentemente en los más enfrentados estados del alma: la dicha y el quebranto.

Cantó en tierras europeas y americanas, destacando entre ellas su Chile natal y el París que tantas veces la acogió e hizo de cuna y puente de su desarrollo internacional.

En consonancia con su labor difusora, participó en ferias de artes plásticas, organizó cursos y talleres de folklore, fundó y coordinó museos y carpas que albergaran fondos y manifestaciones folklóricas, publicó estudios y participó de otras iniciativas tales como música para cine y documentales. Paradójicamente, y pese a su vasta labor investigadora y creadora, su justo reconocimiento no comenzó a otorgársele hasta poco antes de morir; de morir víctima de las penas del amor.

Se debatió en vida entre la aflicción y el descaro; en su costoso discurrir diario, Violeta Parra se permitió llevar a la práctica su implacable conciencia de la libertad.

«Un viento en sí misma”, así me la definió un amigo.

Gracias, Violeta.

JAVIER JIMÉNEZ MENDOZA.

Contenido:

  1. Maldigo del alto cielo (1a. versión) [Violeta Parra] (3:44)
  2. Levántate, Huenchullán (Arauco tiene una pena) [Violeta Parra] (3:00)
  3. Julián Grimau (Qué dirá el Santo Padre) [Violeta Parra] (2:56)
  4. Paloma ausente [Violeta Parra] (3:16)
  5. La jardinera [Violeta Parra] (2:52)
  6. Se juntan dos palomitas [Violeta Parra] (4:33)
  7. Según el favor del viento [Violeta Parra] (3:35)
  8. Los pueblos americanos [Violeta Parra] (1:33)
  9. Qué pena siente el alma [Popular chilena] (2:59)
  10. Qué he sacado con quererte [Violeta Parra] (3:46)
  11. Verso por desengaño (No tengo la culpa, ingrato) [Violeta Parra] (5:00)
  12. Yo canto la diferencia [Violeta Parra] (4:55)

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