Mercedes Sosa: Yo no canto por cantar (1966)

Hacia 1965, aunque tenía ya dos álbumes a su haber (Canta Mercedes Sosa y Canciones con fundamento), el reconocimiento le seguía siendo esquivo a Mercedes Sosa. Esto comenzaría a cambiar ese año, cuando en el Festival Folklórico de Cosquín, fuera de todo programa, Mercedes es invitada a subir al escenario por Jorge Cafrune, donde interpretó Canción del derrumbe indio, con el único acompañamiento de su bombo. La acogida del público fue tan buena, que motivó a que Philips grabara el tercer LP de Mercedes Sosa: “Yo no canto por cantar” (82089 PL), el cual pavimentaría su éxito definitivo en el mundo del canto folklórico y popular de Argentina y Latinoamérica.

Dice en la contraportada de LP:

La presencia de un cantante de música popular o de proyección folklórica suele inclinar a los oyentes adictos, como muestra o síntoma espontáneo de admiración, a motejarlo con denominaciones que acentúan en ellos, al lado de sus dotes cantoras, su virilidad, su delicadeza y aun el rasgo plebeyo de su estilo —signo en ciertos casos— de la mejor y más auténtica popularidad. El sobrenombre de “Zorzal Criollo” quedará para siempre junto al nombre de Carlos Gardel en el Río de la Plata, así como en Francia el mote de «Gorrión de París» equivaldrá al de la inolvidable Edith Piaf. Nos permitimos dudar de que los admiradores de Mercedes Sosa —desde hace unos años en suma vertical— se sienten tentados, ni siquiera por vía de la exaltación, a designarla con nombre de ave, o de otro elemento de la naturaleza de connotación musical. Oyendo a Mercedes Sosa, en efecto, es difícil no captar y no adherir en forma inmediata a la calidad puramente humana de su estirpe. Ni gorrión, ni calandria, ni zorzal, ni ruiseñor: nada que no sea el semejante, el uno mismo y prójimo a la vez, expresándose por el canto. Un canto que rememora y solo reconoce como el parentesco más cercano —y a veces único— el oscuro, desgarrado y sangrante corazón del hombre. Un corazón ciego y palpitante en una voz que no se cuida de sí misma, que parece no medir su esfuerzo, que se da cada vez en su totalidad, que no reconoce otro limite que el de la necesidad de fluir. Ni pájaro, pues, ni río, ni viento: nada que no fuera el hombre mismo cantaría de ese modo. Porque no se trata solamente de la voz, o del elemento puramente sonoro y musical; en Mercedes se suman otras contribuciones que subrayan la temperatura radicalmente humana de sus producciones.

«Cantante no convencional» la llamó en cierta ocasión un periodista, dando muestras de sagacidad y penetración Y es cierto. Sin perjuicio de las leyes más generales del canto popular, Mercedes ha roto con esquemas, ardides o triquiñuelas que medien —-en realidad estorban— en la comunicación con el oyente. Cantante no convencional, suscribimos, pero no improvisada. Libre de adulteraciones de recursos espurios, pero estudiosa, espontánea, más no repentista.

La carrera de Mercedes Sosa está estrechamente ligada a la génesis de las canciones que con más frecuencia interpreta. El movimiento llamado Nuevo Cancionero  (Matus, Tejada Gómez, Cedero, Francia) encontró en ella su intérprete ideal, desde el momento en que sus postulados (expresados en un elocuente manifiesto) proponían una sistemática presencia del hombre en la música nativa, hasta ese momento  —con sus honrosas excepciones— entretenida en las excelencias del paisaje o en la mera tipicidad de las costumbres, limitada a lo pintoresco del color local. Letristas, o, mejor dicho, poetas y músicos se preponen totalizar y actualizar, bis a bis con la historia y la sociedad, al protagonista y a la temática que lo sustenta. Y no es casual entonces que Mercedes Sosa fuese el vehículo concreto de aquellos postulados. No es casual, porque las condiciones de Mercedes que hemos tratado de analizar someramente al comienzo de estas líneas respondían en un todo a dicha finalidad humanizadora.

Nada mejor que este disco para observar la evolución ascendente de la artista en ese camino suyo que ha debido recorrer sin concesiones a lo fácil y a lo trillado, y por eso mismo tan difícil.

Juan José Manauta

Canciones:

  1. Zamba para no morir [Hamlet Lima Quintana – Noberto Ambros – Alfredo Rosales] (3:52)
  2. Canción del derrumbe indio [Fernando Figueredo Iramain] (2:39)
  3. Los inundados [Guiche Aizemberg – Ariel Ramírez] (3:29)
  4. La solitaria [Luigi Jusid] (2:16)
  5. Zamba azul [Armando Tejada Gómez – Tito Francia] (3:07)
  6. Tonada de Manuel Rodríguez [Pablo Neruda – Vicente Bianchi] (3:36)
  7. Zamba al zafrero [Alma García] (3:12)
  8. Quena [Arsenio Aguirre] (2:41)
  9. Mi canto es distancia [Rafael Paeta – Óscar Matus] (3:30)
  10. Chayita del vidalero [Ramón Navarro] (1:56)
  11. Canción para mi América [Daniel Viglietti] (2:10)
  12. La zamba del riego [Armando Tejada Gómez – Óscar Matus] (3:13)

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