Rescatan la historia de ¡Karaxú!, la mítica banda musical creada y financiada por el MIR en Europa

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Historia del grupo musical KaraxúUn libro sobre una banda musical del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que existió entre 1974 y 1990, será lanzado el próximo jueves 30 de octubre en el marco de la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA).

Se trata de Historia del grupo musical ¡Karaxú! (1974-1978)… perder la paciencia (Lom Ediciones), cuyo autor es Franklin Troncoso, uno de los integrantes de la banda, quien escribió sobre el periodo durante el cual fue miembro de la agrupación.

El grupo estuvo integrado en sus primeros años por el cantautor y escritor Patricio Manns y el actor Nelson Villagra (El chacal de Nahueltoro), quien escribió las letras de varias canciones. De hecho, el libro incluye un disco compacto con 14 canciones del grupo, cuyo nombre deriva de la expresión “carajo”.

La presentación será a las 18:30 horas en la Sala de las Artes. La obra será comentada por el político y economista Gonzalo Martner, y el compositor y director orquestal Guillermo Rifo. Además actuará la cantante chilena Anita Tijoux.

La opinión de los críticos

Aunque en el público general la historia es bastante desconocida, la banda figura en las reseñas de diversos críticos musicales, como Milena Bahamonde y Marisol García.

“No hubo motivación más directa que la resistencia a la dictadura en la formación de Karaxú, un grupo iniciado por chilenos exiliados en Francia un año después del golpe militar de Pinochet”, señala Bahamonde en una reseña del sitio musicapopular.cl.

“Músicos como Patricio Manns y Mariana Montalvo integraron su primera alineación, cuando recién empezaba el exilio impuesto por la dictadura, y el grupo estuvo vigente hasta inicios de los 90, con integrantes nuevos, cuatro discos grabados y actuaciones en Francia, Alemania y Dinamarca, entre otros países”, dice.

“Me parece importante consignar su existencia, su mensaje y el sentido de su trabajo de esos años”, señala García por su parte, a propósito del libro. “Fue un grupo muy peculiar, incluso dentro del movimiento musical que se dio en Francia con los exiliados chilenos, principalmente por su vínculo con el MIR y su decisión de tributar a sus caídos. Y, por supuesto, el haber tenido dentro a Patricio Manns lo convierte en un caso que merecería mayor difusión. Me parece muy positivo que se escriba un libro con su historia”.

En su libro Canción valiente (2013), García señala que Karaxú fue “un conjunto de valioso ejercicio de memoria” y destaca que en sus dos primeros discos el grupo homenajea a tres de sus principales dirigentes muertos: Luciano Cruz, Bautista van Schouwen y Miguel Enríquez.

“Karaxú se mantuvo activo hasta inicios de los años noventa, con publicaciones y una constante ocupación en el canto latinoamericano y político”, escribe García. “Su música alentó una permanente reflexión sobre el exilio; a veces con amargos retratos del destierro y de los muchos desaparecidos”, con temas como “Canción para una presencia”, donde se pregunta “¿A qué infierno los llevaron?/¿Para qué último rincón/donde el mundo se dio vuelta/donde a cada instante se para el reloj?”.

Patricio Manns

Consultado Manns, asegura que él formó el grupo en 1974. “Me enviaron de Cuba a París especialmente para organizar un grupo musical que reuniera fondos para la resistencia chilena. Había conocido a algunos estudiantes chilenos que estudiaban en París. Puse manos a la obra y le propuse a Franklin organizar un grupo de la resistencia chilena en el exilio”.

“Era nuestro partido, los dirigentes crearon el grupo y la idea de transformarnos en profesionales de la cultura”, coincide Troncoso.  “La relación (con el MIR) fue siempre buena. Sin duda que había entre ciertos dirigentes algunas expresiones verticalistas propias de la situación de repliegue después del golpe militar y la condición de clandestinidad que vivían los miles de militantes en Chile y en el extranjero. Sin embargo, siempre tuvimos su apoyo a la idea de tener una expresión político-artística que representara al MIR”, señala.

“Yo fui la voz solista del grupo durante unos años y en general cantábamos mis canciones”, continúa Manns. “En el primer disco que hicimos hubo una colaboración importante de Nelson Villagra y una canción de (el trovador uruguayo) Daniel Viglietti”. Agrega que, por la falta de experiencia de los músicos que lo acompañaban, al principio no sonaban demasiado profesionales, pero que terminaron haciendo “giras por Europa con mucho éxito, especialmente económico”.

El cantautor recuerda que eran tiempos muy duros “y los sueldos que nos pagaba el MIR apenas nos alcanzaban para comer, a pesar de las sumas exorbitantes que recogíamos particularmente en nuestros conciertos en Alemania. Después de un tiempo tuve que retirarme e inicié una carrera de solista para arreglar mis finanzas”.

“Fue una bella experiencia y ella me dio un conocimiento fabuloso de Europa, para quien desea ganarse la vida con la música allá”, concluye Manns.

El grupo publicó cuatro discos (uno de ellos en vivo) y tuvo 12 integrantes en total, entre otros el francés Bruno Fléty, y “aunque con el tiempo buscó alejarse del folclor y la contingencia política, el destierro se mantuvo como uno de los motivos centrales de sus canciones”, según Bahamonde.

Patricio Manns y Karaxú

Una historia oculta

Troncoso (Viña del Mar, 1950) había estudiado en el Instituto de Música de la Universidad Católica. En 1974 se exilió en Francia, donde terminó sus estudios en la Universidad de París 10. Además del exilio sufrió la detención de su hermano, de su madre y la delación de su padre, un ex general de Carabineros que se opuso al golpe militar. Otra hermana suya también debió exiliarse.

Él volvió recién en 1992, pero siempre quiso recuperar esta parte de la historia del exilio chileno que, por la disgregación en el mundo desde los años 70 en adelante, sumada a las diferencias políticas entre los partidos de la izquierda, se había mantenido en silencio hasta ahora.

“La idea fue rescatar una parte de la música del exilio, como fue la de ¡Karaxú! y, estoy seguro, hay más grupos y experiencias artísticas aún desconocidas, fuera de la ‘historia oficial’”, dice.

Agrega que esta agrupación, por su vinculación con el MIR y con la red que éste desplegó por todo el mundo, fue uno  de los grupos “clandestinos” más importantes del espectro artístico de la diáspora chilena, y que llegó a tener una repercusión importante en las campañas de solidaridad con la resistencia en todo el mundo.

“Otra muestra de su despliegue fue que el disco fue editado en cinco países en los años 70: Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos y Venezuela, pero nunca en Chile, por lo que quise reeditarlo, remasterizarlo y publicarlo acá”, señala. “Pero el disco por sí sólo no era suficiente, necesitaba de un relato que explicara su historia y entregara antecedentes de las razones por las cuales fue inédito hasta ahora”.

Para Troncoso, la historia del grupo no ha sido ignorada voluntariamente sino más bien tangencialmente, debido a que las redes que manejaba el MIR eran de lo que se denominaba la izquierda extraparlamentaria, la que tenía cercanía con los movimientos políticos más de izquierda de los años 70: Lutte Ouvrière y Ligue Communiste Révolutionnaire (LCR), en Francia, Lotta Continua en Italia, grupos de izquierda alemana, holandesa, en Inglaterra, etc.

“Eran muy fuertes pero no controlaban gobiernos, países, diputados, senadores, etc. Su influencia era en sectores populares, jóvenes y universitarios. Todos ellos no podían contrarrestar la capacidad, propaganda e influencia de los movimientos del mundo socialista y los grandes partidos  surgidos de la izquierda tradicional en Europa”, señala. “Por lo anterior, es importante mostrar al mundo esta mirada más desde la base, más desde lo militante, más de esfuerzo de una organización que no contaba con respaldo institucional mundial”.

“El grupo tuvo la mística y el coraje para representar a aquellos que estaban dispuestos a todo, incluso a perder la vida como tantas veces sucedió, levantando una luz de esperanza a los que luchaban en el interior y a los que los apoyábamos desde el exilio”, asegura. “Musicalmente es un grupo que fue emergente, con una sonoridad fuerte en las letras y en los textos, fue valiente al tener en su composición a mujeres como parte del grupo. Fuimos un apoyo político, moral, espiritual, personal, un orgullo para muchos militantes de la izquierda que se definía como revolucionaria, y del MIR en particular”.

Entrenados para olvidar

Troncoso admite que recuperar la historia después de cuatro décadas no fue nada fácil. “Por las condiciones de clandestinidad de los años 70, mientras menos información se manejaba o menos se sabía, eras menos peligroso y más confiable. Esto hizo que los informantes clave estuvieran condicionados a olvidar los detalles, la información estaba repartida entre múltiples actores, y, por lo tanto, hubo que recomponer la historia pedazo a pedazo”.

El autor inició la investigación indagando en la web, obtuvo las ediciones del primer disco de ¡Karaxú! en los diferentes países donde se editó, y entrevistó a los integrantes, dirigentes y personajes clave de la época. También recuperó fotos, afiches “y todo aquello que evidenciaba la experiencia que vivió el grupo y que por motivos de seguridad escaseaban en la época”.

“Fue difícil hacer recordar hechos a compañeros que estaban entrenados para olvidar”, cuenta Troncoso. “Además, también es complicado que otros recuerden sólo de memoria, se tienen datos globales y pocos detalles, por lo que se requeriría de muchas más entrevistas a fondo con los actores del período para rescatar información que tienen seguramente en el subconsciente y no en la memoria inmediata”.

Para el autor, el principal hallazgo fue constatar que este grupo musical, a pesar de las condiciones en que se formó, aún hoy es conocido por muchos chilenos y exiliados por todo el mundo. “Ese conocimiento ya estaba en Chile todos estos años, obviamente que durante la dictadura lo era de manera silenciosa, reservada, circulando en casetes clandestinos, en el boca a boca de los militantes de la izquierda y los demócratas”.

Otro hallazgo importante fue haber encontrado a la fallecida investigadora Jan Fairley, quien hizo de ¡Karaxú! su tema de investigación para graduarse de etnomusicóloga en Escocia en los años 80. “Más sorprendente fue conectarme con ella en mayo de 2012, y que me respondiera diversos requerimientos respecto al trabajo que realizó a partir de ¡Karaxú!, ya que padecía de un cáncer que la tenía en estado terminal, falleciendo al mes siguiente, casi en directo conmigo… eso fue realmente fuerte para mí”, recuerda Troncoso.

Logros, traspiés e Isabella Rossellini

Muchos fueron los logros del grupo, tantos como sus traspiés. Dentro de los primeros está el haber contado con un grupo de músicos profesionales que pudo participar en todos los actos, encuentros, reuniones políticas y artísticas, que fueron requeridos, con quienes fuera y donde fuera, sin buscar lucro personal, sino apoyo político artístico a la causa de la resistencia chilena contra la dictadura militar, cuenta Troncoso.

“Dentro de los traspiés del grupo, se puede mencionar la dificultad que causaba el hecho de que entraran y salieran músicos constantemente de la formación, haciendo difícil establecer una línea de trabajo”, admite el músico.

También fueron innumerables las anécdotas, una de ellas protagonizada nada menos que por la famosa actriz Isabella Rosellini en Roma, en 1974, que no aparece en el libro, y que ilustra muy bien cómo se vivía en aquella época. Ocurrió cuando ¡Karaxú! fue invitado a actuar en la Piazza Navona en un acto de Lotta Continua, movimiento de la izquierda italiana que apoyaba al MIR.

En esa ocasión, el grupo llegó en tren desde París a Roma el mismo día que venía a esta capital Henry Kissinger, por entonces secretario de Estado norteamericano.

“Los compañeros de Lotta temieron que la policía nos arrestara de manera preventiva por la seguridad de este personaje. En consecuencia, desde la misma Estación Termini de la capital italiana nos llegan a buscar en varios autos para ‘escondernos’”, recuerda Troncoso.

Entre las militantes que los trasladaban había dos mujeres que les llamaron fuertemente la atención, por su belleza y distinción. “Lucían como artistas, modelos de pasarela. A mí me tocó viajar en el auto de una de ellas, Isabella. Nos transportaban siguiendo las normas de la clandestinidad, haciendo uso del chequeo y contrachequeo para no ser seguidos. Estábamos sorprendidos de tener este recibimiento en plena Europa democrática del siglo XX…”.

Troncoso recuerda un largo viaje por la capital italiana, destinado a evitar a posibles miembros de la seguridad italiana. “Finalmente llegamos a un monumental portón de fierro labrado, con una alta reja de seguridad que daba inicio a una subida que atravesaba un parque perfectamente mantenido. Llegamos a lo alto de la colina desde donde apareció ante nosotros una mansión romana espectacular, como de película”.

Isabella y su amiga los condujeron al interior del castillo, les explicaron lo difícil que había sido el día por la llegada de Kissinger y les dijeron que pernoctarían en ese lugar. “Ante nuestro asombro e incredulidad por el lugar y el cinematográfico recibimiento, supimos la razón: nuestra anfitriona era ni más ni menos que la actriz Isabella Fiorella Elettra Giovanna Rossellini, más conocida como Isabella Rossellini, hija del director de cine Roberto Rossellini y de la actriz sueca Ingrid Bergman, y su amiga, una condesa de la aristocracia italiana. Yo dormí en la pieza de Isabella, sin ella obviamente…”.

Por Marco Fajardo
Fuente: El Mostrador

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