Mercedes Sosa: Navidad con Mercedes Sosa (1970)

Álbum de estudio de Mercedes Sosa, editado por Philips en Argentina en 1970. Reúne canciones de motivo navideño pertenecientes a varios compositores hispanoamericanos.

Acompañaron a Mercedes Sosa en la realización de este disco: Kelo Palacios en guitarra y la orquesta dirigida por Óscar Cardozo Ocampo.

Dice en la contraportada del LP:

Mercedes Sosa se ha tornado la expresión más alta del criollismo. Por su voz se expresa la emoción de la tierra. Hay, como en ninguna otra cantante, en este momento del folklore estilizado, una angustia esperanzada. Expresiva, con esa sencillez cabal de lo auténtico, Mercedes Sosa ha pulsado todos los tonos de la canción nativa. Ha logrado ese arte, a veces cargado de grandes veneros de memoria acumulados en la infancia, en la adolescencia, en los que el silencio enriquece la expresión esencial, la impulsa, luego la lanza a rodar, madura ya, copla ilusionada, a través de los caminos de la patria. Y este arte tan auténtico, tan argentino, logró entrañable éxito en los escenarios europeos; supo, en su afán renovador, de la difícil cercanía del aplauso y de la palabra nacida, fraternal, al calor de su canto.

Sin embargo, este triunfo amasado -tierra nativa y poesía universal- con dolor y sacrificio no ha empeñado la sencillez de Mercedes Sosa. Hoy que ha ganado difusión, con la naturalidad y la calidad de lo auténtico, continúa su trayectoria musical prestigiosa, porque su arte es un estilo reconocido en el mundo musical, tanto en el exterior como en el país.

Cuando la letra y la música coinciden en la hondura del canto -así como ocurrió con la difícil vocalización de la «Zamba para no morir», de H. Lima Quintana- Mercedes Sosa se libera, sangre adentro, como si diez generaciones le gritaran desde lo hondo de la tierra enamorada, doliente, un canto disperso en el aire del país pleno, total, retumbo de verso dolorido, expresivamente perdurable.

Ha cantado últimamente canciones de cuna; soledad, desamparo, niñez abandonada, aire de alegría o tensión poemática. Interpreta, también ahora, la Navidad de siempre, pero con un modo muy suyo, renovador, auténtico. Así destacándose Mercedes, Nuestra Señora de la Humildad, con sus interpretaciones variadas: el grito de protesta, la nota de ternura, la melodía clásica de un verso abierto de don Miguel de Unamuno, el estilo sureño, la copla sufrida del norte, la fiesta del nacimiento, o la cruz que lleva el pobre niño…

Cuando en el futuro se haga una selección de sus canciones más destacadas deberá figurar en ella «La cruz del niño» (Oscar Alem y H. Cerretti), o «La media luna» (Miguel de Unamuno y Sergio Aschero), o el lamento del general Lavalle, de Sábato y Falú.

Entonces Mercedes Sosa se transfigura: da paso al lamento, -por su garganta canta el pueblo- entrecierra los ojos y la melena lacia, renegrida, terrígena le cae sobre la cara morena, inclinada, -vaya a saberse desde cuántos siglos esa ha sido la actitud del dolor- mientras sus manos señalan el tiempo de una raza vencida, la agonía del que se va, o la esperanza del que viene.

Ha querido -como lo hizo con las canciones de cuna- poner su tierna alabanza en esta selección navideña, acompañando su verso con instrumentos de viento, flauta, cuerda, oboe y bombo.

Además, este fervor suyo, esta humildad que es grandeza, destacan su voz, esa garganta, ese lamento que es de hoy y de siempre.

Nicolás Cócaro
Ciudad Jardín Lomas del Palomar, 1970.