En 1986, el trovador cubano Noel Nicola viajó a Sudamérica y recaló en Perú, donde realizó una serie de presentaciones. Estando en este país grabó junto a un grupo de músicos peruanos un álbum de homenaje al escritor César Vallejo, de quien Nicola musicaliza varios de sus poemas.
El disco fue registrado en Lima en junio de 1986, en los Estudios IEMPSA, con el auspicio del municipio limeño. Publicado ese mismo año en disco de vinilo, bajo licencia IEMPSA/EGREM, Noel donó los ingresos que de él se obtuvieran para la Casa de los Petisos, un albergue para niños en alto riesgo social que funciona en la capital peruana.
El álbum contó con la participación de Susana Baca, que interpreta «Heces«; y de María Rosa Salas, que acompaña a Noel en la interpretación de «España, aparta de mí este cáliz».
Contenido:
- Poema para ser leído y cantado (César Vallejo – Noel Nicola) (3:27)
- Intensidad y altura (César Vallejo – Noel Nicola) (2:03)
- Sombrero, abrigo, guantes (César Vallejo – Noel Nicola) (3:01)
- Heces (César Vallejo – Noel Nicola) (2:46)
- Bordas de hielo (César Vallejo – Noel Nicola) (2:37)
- Lluvia (César Vallejo – Noel Nicola) (1:51)
- Idilio muerto (César Vallejo – Noel Nicola) (2:11)
- Verano (César Vallejo – Noel Nicola) (3:25)
- Hasta el día en que vuelva (César Vallejo – Noel Nicola) (3:12)
- Trilce XI (César Vallejo – Noel Nicola) (2:43)
- Trilce XXXIV (César Vallejo – Noel Nicola) (3:22)
- Trilce XLVI (César Vallejo – Noel Nicola) (2:10)
- Altura y pelos (César Vallejo – Noel Nicola) (1:58)
- España, aparta de mí este cáliz (César Vallejo – Noel Nicola) (7:46)
César Vallejo “El más grande poeta desde de Dante”, en el 79 Aniversario de su fallecimiento
A. Guzmán Rivera – Abril 15, 2017
César Abraham Vallejo Mendoza, natal de Santiago de Chuco, Región La Libertad, Perú, nació el 16 de marzo de 1892, fue un poeta y escritor peruano. Considerado uno de los mayores innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en su país. En opinión del crítico Thomas Merton, «el más grande poeta… desde Dante, y por católico entiendo universal» y según Martin Seymour-Smith, «el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas»”. https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A9sar_Vallejo
Vallejo publicó en Lima sus dos poemarios cumbre: “Los Heraldos Negros” (1918) y Trilce (1922). Este último, es el título del más importante y conocido poemario del poeta que, merced a sus audacias lexicográficas y sintácticas, está considerado como una de las obras cumbre de la vanguardia poética en lengua española.
Sin embargo, para la intelectualidad peruana de la época, Trilce pasó inadvertido o, mejor dicho, incomprendido y por eso vilipendiado. Luis Alberto Sánchez, hombre de letras y ex vicepresidente del Perú, recordando esos días escribió: “Trilce fue una isla incógnita y repudiada. Orrego y Yo nos hicimos el hara-kiri crítico, al amparar eso que los viejos llamaban irritados ‘disparate’ y los jóvenes ‘pose’. Cuando salió este libro no hubo para él más comentario que el prólogo de Orrego y un comentario mío. Lo demás, fue silencio”.
Sin embargo, para algunos estudiosos vallejianos, el aludido comentario que en su momento hizo Sánchez de Trilce fue, más que una crítica literaria de fondo, una demostración profunda de ‘incomprensión’ y por ello mismo maltratada. Vallejo, de alguna manera, entendió y justificó a sus críticos, cuando en carta enviada a Orrego, citada por su amigo José Carlos Mariátegui, dice:
“El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy, y más que nunca quizás, siento gravitar sobre mí, una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista: ¡la de ser libre! Si no he de ser hoy libre, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente con su imperativa curva de heroicidad. Me doy en la forma más libre que puedo y ésta es mi mayor cosecha artística. ¡Dios sabe hasta dónde es cierta y verdadera mi libertad! ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta que bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!”
Parodiando su poema ‘Piedra negra sobre una piedra Blanca’, Vallejo anuncia su muerte para un jueves en París con aguacero y se lamenta: «…me pegaban todos sin que yo les haga nada; me daban duro con un palo y duro también con una soga; son testigos los días jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos…». El Viernes Santo del 15 de abril de 1938 murió César Vallejo en París, el más grande poeta del siglo XX.
En su tumba aún le debe rondar el eco de las duras palabras del citadino Clemente Palma, cuando en sus inicios de oscuro poeta provinciano y luego de leer su ‘Poema a mi Amada’, le dijo: “¿Ud. cree señor Vallejo que colocar una imbecilidad encima de otra es hacer poesía?”. Vaya desliz de don Clemente Palma, el de la prosa modernista.