Paco Ibáñez es considerado uno de los padres de la canción de autor de España, cuya principal característica ha sido musicalizar la obra poética de diferentes escritores, especialmente españoles y latinoamericanos. Su primer larga duración fue publicado en Francia en 1964 por Polydor (658 022 GU), Moshé-Naïm (658022GU). En él musicaliza a dos poetas españoles: Federico García Lorca y Luis de Góngora.
El álbum contó con el acompañamiento en guitarra de Antonio Membrado, e incluyó una ilustración realizada por Salvador Dalí, hecha especialmente para ser acompañada en la edición.
Dice en el inteerior de la edición en CD:
Resulta difícil ser español, y difícil ser poeta español, y todavía más, compositor español con la guitarra como único instrumento.
La tierra española es una repulsa constante. Una apasionada repulsa de la vida y de la muerte. De ahí, quizás, el hecho de que amanse las leyendas, y que las leyendas resulten ser falsas. Segrega folclore, también el folclore es falso. Y la guitarra es el instrumento esencial de ese folclore que es un engaño.
Federico García Lorca es un poeta español, y también un músico español. Un andaluz de todas las guitarras posibles. Paco Ibáñez toca la guitarra.
Y se origina entonces un problema. Es matemático. Se cae en la trampa. Y sin embargo, el problema queda resuelto. Gracias a Lorca, gracias a Góngora, no existe problema.
Y todo se hace entonces claro. Góngora es primo de Lorca, y este parentesco secreto se hace evidente gracias a Paco Ibáñez que reconstruye con sus dedos, con sus notas, el largo camino que les vincula. Me estoy refiriendo al camino del rigor, de la autenticidad, del amor y de la muerte.
Porque era preciso comprender que las palabras de sortilegio, los jazmines de las noches andaluzas, sólo adquirían peso y sentido cuando se las situaba en el camino de la justeza y de la sobriedad
García Lorca es un poeta-inspiración, porque esta inspiración es rigurosa. Góngora es un poeta-laberinto, pero este laberinto es completamente necesario.
Se puede cantar al amor en todos los tonos y no ocurrir, sin embargo, nada en absoluto. Lo Importante es hacer cantar al amor mismo. Se puede hacer cantar a la muerte y no salir, sin embargo, del silencio. Lo importante es captar la voz exacta de la muerte.
Y Lorca cantaba al amor y la muerte. Eran sus pájaros matutinos, familiares, a los que oía cantar todas las mañanas, en su jardín de Granada. Y también Góngora conocía el tono preciso para cantar a los florecientes féretros y a las novias que se mueren de amor. Se necesitaban los dedos precisos de Paco Ibáñez, y su rigorismo, para poner en música, (como si dijéramos «poner en condiciones»), los «lamentos» de Lorca y de Góngora. Era preciso estar dotado, en primer lugar del sentido del silencio y además, del sentido de la nota que revienta entre ese silencio. Era preciso amar al amor para llegar a ensamblar esas brillantes palabras con esas maravillosas notas.
El amor, como la muerte, exige una música determinada. Raros son los que llegan a descubrirla, a desemboscarla, a acosarla, y finalmente a domarla. Y estos seres excepcionales están marcados por una gracia, por un don, por un signo especial.
Paco Ibáñez es uno de ellos.
Henri-François REY
Contenido:
- Canción del jinete [Federico García Lorca – Paco Ibáñez] (2:09)
- El lagarto está llorando [Federico García Lorca – Paco Ibáñez] (2:44)
- Romance a la luna, luna [?] (2:18)
- Casida de las palomas oscuras [Federico García Lorca – Paco Ibáñez] (3:07)
- La señorita del abanico [Federico García Lorca – Paco Ibáñez] (1:50)
- Mi niña se fue al mar [Federico García Lorca – Paco Ibáñez] (3:03)
- La más bella niña [Luis de Góngora – Paco Ibáñez] (2:40)
- Que se nos va la Pascua, mozas [Luis de Góngora – Paco Ibáñez] (3:24)
- Y ríase la gente [Luis de Góngora – Paco Ibáñez] (1:39)
- Lloraba la niña [Luis de Góngora – Paco Ibáñez] (3:22)
- Hermana marica [Luis de Góngora – Paco Ibáñez] (3:47)
- Bien puede ser, no puede ser [Luis de Góngora – Paco Ibáñez] (2:18)
Gracias por la excelencia de esta música y textos. Saludos y enhorabuena.